No abrazan hoy mis letras el papel.
No llegan a ser poema,
ni prosa,
ni tan siquiera escrito.
Ni llego yo,
que me arrastro por sus líneas
con los labios torcidos
y el pensamiento yermo.
Es viernes;
aunque no haya herida,
contengo el aliento y escupo;
miro al cielo y protesto,
me retuerzo por dentro.
Es feroz este vacío
sin ansia de futuro.
Es como estar muerto.
No lo entiendo:
¿a cuento de qué
ha venido este dolor, esta negrura?
Así de repente,
¿por qué este silencio?
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Te quiero, tanto...
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